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miércoles, 29 de diciembre de 2010

EL NUEVO MUSEO DEL EJÉRCITO UN EJEMPLO DE NADA

La inauguración por el Príncipe del Museo del Ejército y sus propias palabras que hacen cuestionar el talante democrático del que será sucesor de segunda generación del dictador, me llevaron a visitarlo. En su discurso hizo hincapie sobre la ideoneidad de la ubicación del museo, el Álcazar de Toledo, bastión de la resistencia fascista enclavado entre las calles Alférez Provisional y General Moscardó, al que tan gran admiración tienen los nostálgicos renovados del régimen, que suspiraban por ver el despacho del general en tan insigne instalación. Recordemos que a la inauguración acudieron la marcial y abducida por las normas y usos militares Carme Chacón, ministra de tierra, mar y aire, que como la ministra de Cultura es amante de las más rancias tradiciones, como es el toro. Las dos pseudosocialistas encantadas de estar en un recinto, que ha costado un potosí, en el que se puede observar el talante “democrático” de las fuerzas armadas, tan contentas porque lo que allí se exhibe no entra en colisión con la ley de la Memoria, con la que no colisionaría ni un trolebús. Lo de las calles que rodean el museo sólo tiene que ver con el alcalde de Toledo, una ciudad progresista y laica que seguro está por la labor de la aplicación de la legislación vigente.
Que sepan los interesados en visitar esta muestra de nuestra gloriosa historia que los militares y familiares de los mismos, los parados y los inválidos entran gratis. Cuando me informaron de tanta ventaja sólo respondí que era mejor pagar que ser (segundos de suspense en los que empezaron a blanquearse los rostros de las "bellas señoritas" que atienden al personal) inválido (suspiro de alivio).

Sólo visité la mini sala dedicada al período 1925–1981 pues tampoco era cuestión de salir con una sobredosis de orgullo patrio después de ver nuestras gestas humanitarias en nuestras colonias, perdón, ex-colonias ¿o no? Mini es una exageración porque la verdad es que es tan reducida que si se descuidan no hay ni República, ya les hubiera gustado. Ante la prohibición de hacer fotos, no vaya a ser que nos llevemos secretos militares que pongan en jaque la seguridad del estado, pedí permiso para tomar notas no fuera que se me echaran encima al sacar el boli del bolso los custodios del recinto. Me dijeron que de lo que había en los plafones sí, pero de las notas de dentro de las vitrinas no y que no podía reproducir ni a mano alzada ni croquis, ni dibujos, ni mapas. Ante tanta facilidad me armé de paciencia y de esas armas de destrucción masiva que son el papel y el lápiz y comencé a copiar:
“A comienzos del siglo XX España se vio involucrada en una difícil guerra en el Norte de África...... Mayores consecuencias tuvo la Guerra Civil que afectó a la totalidad de la población y tuvo importantes repercusiones sociales e internacionales.”
Esto si que es asepsia y capacidad de síntesis, estos historiadores civiles, que deben ser hijos pródigos de la escuela de la Transición, han hecho un gran trabajo, es el ejemplo de como desde la tan amada equidistancia se incurre en la falta de objetividad, rigor y verdad. Las guerras en este país te salen al paso cuando menos te lo esperas, son muy traidoras.

Sigamos. Hay un mensaje subliminal que hace que la tan socorrida igualdad entre los dos supuestos bandos, eufemismo para justificar su inexistente reconciliación nacional, sea una pose. Seguro que no ha sido por mala fe, sino por descuido, el hecho de que los del bando nacional, que no franquistas, ni fascistas, ni golpistas, y sus predecesores como Primo de Rivera, aparezcan ilustrados a través de sus bustos, sus cuadros, sus uniformes, sus varas de mando y sus plumas. Por el contrario, los del bando radical de izquierda, como denominan a los republicanos, se ven representados con una bandera descontextualizada a la que llaman rusa y no soviética, que no ilustra nada, la pistola con la que supuestamente se mató a Calvo Sotelo y el fusil ametrallador Thomson de Quico Sabaté. Unos son hombres de bien y mando, otros pistoleros anarquistas y comunistas, ya se sabe que ellos no hacen distingos entre antifascistas, todos rojos, todos malos.

“¿Qué más crisis desean ustedes que la de un país que se acuesta monárquico y se levanta republicano? Almirante Aznar.”

Así empieza a ilustrarse la llegada de la República. Perdone Almirante pero es mucho más crisis la de un estado que se acuesta republicano pasa una larga noche de 40 años de dictadura fascista y se levanta monárquico.
“La proclamación de la Segunda República supuso para muchos españoles la esperanza de una alternativa liberal y racional al agotado sistema de la Restauración. La desilusión con el nuevo régimen llegó cuando la moderación sucumbió al extremismo ideológico.”

Íbamos casi bien, si se tiene en cuenta que estas esperanzas deberían ser las de cierta burguesía, no las de un pueblo explotado hasta el agotamiento, cuando se derrapó en la curva de la moderación, la misma en la que seguimos derrapando, pues a la democracia y a las expresiones de izquierda representadas legítimamente, o que tendrían que estarlo, se le llama extremismo.

“Los gobiernos de la Segunda República fueron desbordados por la derecha y por la izquierda: por los conservadores perjudicados por las nimias medidas de modernización, la estructura económica y sociopolítica y por los radicales de izquierda, que calificaban de moderada la línea política gubernamental. Los 5 años de República consiguió resistir los ataques de unos y otros, en un estado de tensión y crispación.”

Pobre República que se vió atacada por unos y por otros, dale con los dos bandos en igualdad de condiciones, o no, pues los conservadores nunca son radicales por lo que se ve sólo son perjudicados. De todas formas el censor debió pasar por alto lo de “nimias”, seguro que para los que venían de los usos y costumbres medievales la modernización deseada era la de la Revolución Industrial, con sus niños trabajando 12 horas por un trozo de pan. Este texto daría para mucho análisis pero luego tendría que ir a un psicoterapeuta.

“Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el partido socialista y ante España entera, de mi participación en aquel movimiento revolucionario, lo declaro como culpa, como pecado; no como gloria. Estoy exento de responsabilidad en la genesis de aquel movimiento pero la tengo plena en su preparación y desarrollo. Indalecio Prieto.”

La mezquindad de poner este entresacado del discurso pronunciado por Prieto en el Círculo Cultural Pablo Iglesias, de México, el 1 de mayo de 1942 sobre los sucesos de la revolución de octubre del 34 es evidente. Para que todo el que lo lea piense, claro, estos rojos que provocan una situación de la que se arrepienten como pecadores, no tienen buena conciencia. Es de una bajeza tremenda. Los culpables de los hechos de octubre son los mismos que los del 36, los mismos que arrasaron a sangre y fuego a los defensores de las libertades. Y por cierto faltaría algún texto en el que los masacradores y verdugos de los antifascistas hubieran tenido a bien confesar sus crímenes arrepentidos, perdón, se me olvidaba que ellos no tuvieron que hacerlo, pues se sentían orgullosos de sus hazañas.

“La radicalización política durante la Segunda República afectó a la sociedad española y en consecuencia al seno del ejército provocando su división en dos bloques: sublevados y defensores de la legalidad vigente. Esta división desencadenó un conflicto en el que la mayoría de la población se vio forzada a participar en una lucha que ni deseaban ni habían buscado y de la que resultó la principal perjudicada.”

Glorioso, como nuestro ejército que se divide cuando le viene en gana, él solito, y hay una parte que se subleva porque la radicalización les afectó, como un virus, y eso que están para que sólo les afecte la lealtad al gobierno legítimo. ¡Cuidado!. Y este proceso de división no se tradujo en un golpe de estado, en una guerra despiadadamente desigual y en una represión brutal sino en un conflicto que perjudicó a la población. Una población que por lo que se ve no tenía ningún convencimiento político, que no se posicionó, que no defendió nada. Y sí, los defensores de la legalidad vigente no deseaban la lucha tuvieron que participar porque unos golpistas les venían a arrebatar los logros conseguidos.

“Tras su proclamación como Generalísimo de los Ejército y Jefe del Gobierno del Estado ... y la victoria del bando nacional en 1939 Francisco Franco inaugura una dictadura que finaliza con su muerte el 20 de noviembre de 1975.”

Esto es fantástico, Franco inaugura una dictadura como si fuera un pantano y hablan de esta como si se tratara de una obra pública faraónica de 36 años. Los miles de muertos y desaparecidos que quedaron entre sus cimientos, que cayeron de sus andamios, que trabajaron como esclavos, que fueron torturados y privados de la libertad y del pan en sus dependencias, los que lograron escapar, estos no aparecen por ningún lado.

Lo de la Segunda Guerra Mundial también lo tratan con la misma equidistancia. Hablan de los resistentes antifascistas españoles del exilio y de la División Azul como si fuera lo mismo, que unos fueron para un lado y otros a otro, como si lo hubieran decidido a los dados. Vamos, ni fascismo internacional ni nada, no vaya a ser que por ahí la gente ate cabos y piense que si Hitler era malo los que fueron a morir a Rusia desde la España franquista también lo eran, y su Caudillo igual.

En lo único que han acertado es en poner al rey en esa sala, así queda como parte del continuismo franquista, sin pretenderlo. Tras la máscara mortuoria del fascista dictador aparece el busto del rey, una constitución del 78 abierta por los artículos que hacen referencia al ejército, el uniforme de cadete del que si nadie lo remedia será Felipe VI y el greatest hits, el vídeo del 23-F, que no falte la joya de la Corona que tantos beneficios le ha reportado.

“Ser el rey de todos los españoles”

La llegada del rey abre una nueva etapa en la historia de España, una nueva era en la que su figura personifica a todos los españoles actuando como moderador, árbitro y guardián del sistema constitucional de la vida política y de las instituciones del Estado.

Desglosemos:

“La llegada del Rey”: El rey no llega, no es impuesto en un primer momento por el dictador y más tarde por el proceso inacabable de la Transición, bajo un referéndum que la mayoría de la población actual no votó y que venía como pack indivisible con la Constitución del 78.

“Una nueva etapa en la historia de España”: Es cierto, una nueva etapa de vergüenza, donde bajo el paraguas constitucional nos recortan día a día derechos y libertades retrotrayéndonos a tiempos no tan pasados. Así, Derechos Humanos son simplemente dos palabras sin más.

“Su figura personifica a todos los españoles”: ¿A todos? A los republicanos, que no son pocos, aunque cueste verlos a veces, no les puede representar un rey cuyo cometido ha sido cerrar la puerta al restablecimiento de la legalidad vigente del 31, pasar por encima de los derechos de los que lucharon y defendieran esta legalidad y negarles el pan y la sal.

“Actuando como moderador, árbitro y guardián”: ¡Verdad! La monarquía constitucional y supuestamente aconfesional, es el paraguas bajo el que se protege la negación a la Verdad, la Justicia y la Reparación, el paraguas que ampara a los que en el 77 suspiraron aliviados ante la ley de impunidad que les sigue protegiendo, la excusa que sirve para seguir hablando en términos que recuerdan el NO-DO.

El monarca juró varias veces y eso dicen que está muy feo. No dista tanto en el tiempo que presidiera consejos de ministros franquistas, hace ya 35 años, los mismos que llevan esperando justicia los estigmatizados últimos fusilados del franquismo, que ni tan siquiera gozan del pobre estatus del resto de las víctimas de la dictadura.

Así pues, nos encontramos en este punto de negación del genocidio político llevado a cabo en este estado a golpe de cuneta y tapia de cementerio, amparados en su día por una justicia fascista, que hoy en día sigue vigente porque, entre otras cosas, sus juicios no han sido anulados y sus tribunales no han sido declarados ilegales, no habiendo sido juzgados los verdugos, ni la dictadura de cuyo aparato represor formaron parte.

Y así llegamos al final de una visita nada edificante, que República mediante, no repetiré.

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