ESTAMOS EN CONSTRUCCIÓN, PERDONEN LAS MOLESTIAS

Estamos en proceso de elaboración de este espacio WEB, por lo que no todas las funciones estaran disponibles. Perdonen las molestias.

martes, 10 de enero de 2012

“Porqué estorba la memoria (Represión y guerrilla en Asturias, 1937-1952)”



Este es el título de un libro escrito por Gerardo Iglesias Argüelles, minero, militante antifranquista, líder político y sindical

Este es el título de un libro escrito por Gerardo Iglesias Argüelles, minero, militante antifranquista, líder político que, en un momento de su vida tuvo responsabilidades sindicales y políticas. Fue primer Secretario y fundador de las Comisiones Obreras, Secretario General del PCE y fundador y Coordinador General de Izquierda Unida. Pasó casi 5 años entre rejas y una vez terminadas sus responsabilidades en la dirección se reincorporó a su trabajo en la mina que abandonó tras un accidente laboral. Esta es en síntesis la biografía del autor nacido en la localidad de La Cerezal en 1950.
Hace unos meses presentaba esta obra que intenta hacer un merecido homenaje a los cientos de personas, hombres y mujeres, que lucharon contra el franquismo en esta parte de nuestra tierra y que sufrieron las terribles consecuencias de enfrentarse al monstruo fascista.
Hace unos meses, al hilo de la presentación de esta obra en Asturias, escribí un artículo de respeto y admiración al autor, aunque no exento de crítica por sus anteriores responsabilidades políticas y que hacía ver como en aquellos tiempos hubo actuaciones que no fueron muy coherentes con lo que ahora exponía en sus actos de presentación del libro. Pero ahora toca decir algunas cosas, exponer mi opinión una vez leídas sus páginas.
Estimo que la lectura de esta obra es aconsejable para ver lo acontecido durante la guerra civil en Asturias, para comprender que la historia de estos hombres y mujeres ya tenía un pasado en sus luchas durante la revolución de octubre de1934, pero sobre todo de lo que allí sucedió una vez derrotado el frente norte y las represalias de las tropas y de las fuerzas fascistas a partir de ese momento.
Creo que nos encontramos ante una muestra de rescatar la Memoria individual de los luchadores antifranquistas y también de la Memoria colectiva de un pueblo que se negó a aceptar que los golpistas subvirtieran la legalidad y la decisión de vivir en libertad.
Digo Memoria personal ya que en sus páginas desgrana con nombres y apellidos aquellos que escaparon a una muerte segura y se convirtieron, primero en fugaos, y después en guerrilleros. Muchos de ellos ya habían tomado las armas para luchar durante el otoño del 34, sufrieron la represión tras la derrota y volvieron a sus quehaceres sin renunciar a seguir trabajando por una sociedad justa donde acabaran sus infames condiciones de vida. Cuando sonaron las alarmas del golpe de estado no dudaron en volver a luchar en defensa de la República, del sistema democrático y constitucional del que se habían dotado en unas elecciones ganadas por el Frente Popular. Como digo, algunos eran de la vieja escuela del 34, otros hijos de ellos; ninguno dudó en que su sitio estaba en las trincheras de la libertad, sabían que se estaban jugando el futuro de España y el del resto del mundo, que esto era un banco de pruebas ante el nazismo y el fascismo.
Luchan en todos los frentes pero llega octubre de 1937 y la caída del Frente Norte republicano y  termina la guerra de trincheras en esta zona de nuestro país. Los que han podido sobrevivir en las batallas vuelven a sus hogares, pero la represión de los vencedores no va a tardar en empezar. Los más veteranos ya saben cómo se las gastan las huestes del autonombrado generalísimo, ya probaron su medicina hace tres años. Los militares, guardias civiles, falangistas y tropas moras empiezan su particular borrachera de sangre. Los recién llegados a sus casas empiezan a ver que si se quedan la muerte está asegurada y optan por escapar al monte, primero para salvar su vida y posteriormente para organizarse en busca de recobrar las libertades perdidas. Pero lo primero es poder salvarse de las torturas y de la muerte. Quizás no piensan que la sed de venganza de los fascistas no va a saciarse con encontrarles. Al no poder capturarlos la represión se vuelca en sus familiares, padres y madres, hijos, esposas y compañeras, cualquier familiar cercano es víctima de arrestos, torturas, violaciones, etc. La poca hacienda que poseen es robada, expoliada. A veces queman sus casas y en alguna con sus familias dentro. Familiares encarcelados y asesinados, otros expulsados a localidades lejanas. Ellos apenas pueden sobrevivir con lo que algunos familiares, enlaces que les proporcionan comida o escondite, pero siempre con el temor de que si los descubren las torturas están aseguradas. Las fuerzas fascistas les persiguen ayudados, en algunas ocasiones, por los chivatos y posteriormente por los miembros del somatén. Muchos empiezan a pagar con su vida la osadía de hacer frente al nuevo orden franquista.
Con el paso del tiempo se organizan. La mayoría de ellos son militantes comunistas, miembros del PCE, aunque también hay algunos socialistas y anarquistas. Como ocurrió en el exilio francés el PARTIDO (en mayúsculas porque es al único que así se le puede mencionar) se organiza en cualquier lugar donde se hallen militantes. Sucede en los campos de concentración franceses donde llegan los miles de desplazados por el avance de las tropas franquistas, sucede en los lugares donde trabajan los deportados y sucede en la resistencia en Francia ante el invasor nazi. También en los campos de exterminio nazis los españoles allí deportados forman grupos organizados por los comunistas españoles. Y en la montaña asturiana no iban a ser menos.
Pero lo cierto que algunos dirigentes en el exilio llegado el momento no están a la altura de lo que allí se cocía, creo que en el desarrollo de la lectura de sus páginas se comprueba. El cambio de táctica no prevé la situación por la que atraviesan estos héroes que llevan años luchando con medios precarios, sufriendo el acoso de las tropas, con escaso material y viendo como sus seres queridos son aniquilados. Estimo que hay errores por ambos lados, de los guerrilleros y de la dirección en Francia, pero también que falta por parte de los responsables políticos el aprecio a lo que estos hombres y mujeres habían hecho y que, una vez terminada la guerra mundial, firman su sentencia ante la traición de las llamadas democracias europeas y estadunidense. Como siempre los militantes han sido y son lo mejor del PCE.
En el libro pasan los nombres más significativos de aquella gesta, de aquellos que mantuvieron la dignidad y la lucha por cambiar el rumbo de la historia. Y lo hicieron entregando su vida. Aquí están Eliseo Argüelles Álvarez, César Rodríguez Zapico, Nicanor Fernández Álvarez (Canor), Apolinar Anibarro Rodríguez (Naranjo), Constantino Zapico González (Bójer), Luis Montero Álvarez (Sabugo), Jacinto Suarez Alonso (Quirós), o Ramón González González (el último miembro de la guerrilla, muerto en 1952), entre otros. Pero también los nombres de algunos de los más destacados represores de los que destaco un tal José María Álvarez Cascos firmando un documento tras la muerte de unos guerrilleros donde aparece como teniente jefe del centro de información de La Nueva, ¿les suenan los apellidos?
Para finalizar creo que es interesante la lectura de lo que se cuenta, de la vida de estos militantes antifranquistas y de sus familias y amigos que sufrieron el castigo por ser fieles a su compromiso con la libertad del pueblo español. En el relato de cada uno de ellos aparece la historia personal de cada uno pero que se convierte en colectiva ya que se entrecruzan sus vidas al luchar conjuntamente, muchos de ellos coinciden en lugares, en fechas, otros no convergieron pero su lucha fue idéntica. Cada uno es un mundo, pero todos se hallan en la misma trinchera. Quizás quede el sabor amargo de que tras tanta lucha hoy tengamos una sociedad en general, y en Asturias en particular dominada por los vástagos de aquellos que fueron los tiranos.
Como se escribe en la contraportada de este libro “muchos podrán preguntarse si valió la pena que los guerrilleros y sus enlaces y numerosas familias que se involucraron en la lucha contra la dictadura tras la guerra civil española sufrieran tanto. La respuesta hay que buscarla en esta otra pregunta: ¿no sería lamentable, y a la larga mucho peor, si nadie se rebelara cuando unos criminales arrebatan por la fuerza la libertad a todo un pueblo para tomar en propiedad el país entero?